Cuando Jerez fabricaba lápices: la primera fábrica de España y su historia olvidada

El higo chumbo, una joya olvidada del paisaje andaluz
La mañana del sábado la dediqué a pasear por Jerez. De vuelta a casa, pasé por los alrededores del Mercado de Abastos y vi un puesto donde una señora pelaba higos chumbos con una soltura que solo da la experiencia. Si lo hiciera yo, seguro que acabaría lleno de pinchos. Ya estamos en plena temporada, y por tres euros me llevé una docena de estos frutos tan nuestros.
Pero al saborear el primero me asaltaron varias preguntas:
¿De dónde viene el higo chumbo? ¿Por qué están desapareciendo las chumberas? ¿Y qué futuro le espera a esta planta que ha sido parte de nuestro paisaje durante siglos?
La chumbera (Opuntia ficus-indica) llegó a nuestras costas en el siglo XVI desde América. ¿El motivo? Servir de alimento a la cochinilla del carmín, un insecto del que se obtiene un tinte rojo natural muy valorado. Las ninfas, al ser aplastadas, sueltan un líquido que se convirtió en uno de los colorantes naturales más antiguos y usados: el carmín, conocido hoy como E-120.
Este tinte fue usado por los pueblos indígenas de América para teñir ropa, pintar murales y maquillar sacerdotes. Actualmente, el carmín vive una segunda juventud gracias a su origen natural: se encuentra en pintalabios, yogures, mermeladas, zumos, chorizos o cápsulas farmacéuticas. Las Islas Canarias, por cierto, son uno de los criaderos más importantes del mundo de esta cochinilla.
La chumbera se adaptó con una facilidad asombrosa. Brota con solo plantar una de sus palas y resiste sequías y vientos. En poco tiempo se extendió por Andalucía, Extremadura, Baleares, Ceuta, Melilla y Canarias, formando parte del paisaje rural: marcando lindes, sirviendo de vallado natural o alimento para el ganado.
En verano, nos regala sus frutos: los higos chumbos, de pulpa verdosa, amarilla o anaranjada, con un sabor que recuerda a la sandía, el melón, las fresas o el propio higo. Además de comerse frescos, hoy se usan en helados, mermeladas, sorbetes, granizados o dulces.
Desde el punto de vista nutricional, son una fuente rica en vitaminas (tiamina, niacina, riboflavina) y minerales como calcio, potasio, fósforo, hierro, zinc o magnesio. También son conocidos por su efecto astringente: cuatro higos chumbos bastan para cortar un proceso diarreico.
Paradójicamente, el insecto que motivó su llegada es ahora su mayor amenaza. La Dactylopius opuntiae, una plaga sin control biológico conocido en España, ha empezado a destruir chumberas por todo el país. Las primeras señales aparecieron en Jerez en los veranos de 2014 y 2015. Hoy, muchas chumberas han desaparecido o están completamente invadidas por masas blancas algodonosas.
Aunque esta planta lleva 500 años con nosotros, la Administración la considera especie invasora y no aplica tratamientos masivos para combatir la plaga. Esto ha generado un problema medioambiental, paisajístico y cultural de primer orden.
La chumbera es parte del ecosistema rural andaluz. ¿Cómo es posible que, tras medio milenio, no se la considere ya una planta integrada? ¿Acaso no vinieron también de América la patata, el tomate, el pimiento o el maíz? Ninguno de ellos se cataloga hoy como invasor. ¿Por qué sí la chumbera?
Sus defensores —agricultores, ganaderos y amantes del paisaje andaluz— reclaman un cambio de perspectiva. No es solo una planta más, es patrimonio cultural y natural, parte de nuestra identidad y de nuestra gastronomía.
En Cádiz, la Delegación de Medio Ambiente ha comenzado a aplicar tratamientos biológicos como el hongo entomopatógeno y las larvas del insecto Cryptolaemus montrouzieri, un depredador natural de la cochinilla. También se están probando soluciones químicas y tratamientos con jabón potásico.
Pero sin una actuación coordinada a nivel nacional, poco se podrá hacer. El primer paso urgente es que el Ministerio de Agricultura descatalogue la chumbera como especie invasora, lo que permitiría protegerla legalmente y combatir la plaga de forma eficaz.
La chumbera no es exclusiva de España: también se cultiva en México, Perú, Colombia, Bolivia, Marruecos, Egipto, Israel, Arabia Saudí, Brasil, Sicilia o el sur de Italia. Pero aquí, en nuestra tierra, ha echado raíces profundas. Nos ha dado alimento, ha protegido nuestras lindes, ha vestido nuestros campos.
Cada chumbera que desaparece es una herida en nuestro paisaje y una pérdida de biodiversidad. Es momento de tomar conciencia y actuar. No dejemos que este símbolo andaluz muera por inacción administrativa.
El higo chumbo no solo es un manjar veraniego. Es historia, cultura, paisaje y economia
Comentarios
Publicar un comentario